Atrás quedó la sintonía de ocres de las hojas del
otoño. El invierno dejo a la vista la gracia de la piel, el encanto desnudo de
las cortezas.
Las texturas y colores de las cortezas de árboles y
arbustos aportan matices al espectáculo del frío. Lisas o rugosas, caducas o
persistentes, de colores más apagados o más vibrantes, las cortezas tienen un
valor ornamental no siempre tenido en cuenta al proyectar un jardín.
Muchas especies muestran cortezas atractivas pero,
en el invierno, son los árboles y arbustos caducos los que resultan más
decorativos: al perder sus hojas, se evidencia la desnudez del tronco y de las
ramas.
Cambiando
la piel
Cuando la corteza se desprende en placas, como en el
caso del plátano y algunos eucaliptos, hablamos de cortezas caducas. Las
persistentes pueden ser lisas, como los abedules; rugosas como en el caso del alcornoque, o con
manchas o estrías como la corteza canela de los crespones (lagerstroemia
indica).
En jardines de gran tamaño, para lograr un efecto de
mayor contraste, conviene agrupar árboles o arbustos de una misma especie
apoyándonos sobre un fondo de persistentes o coníferas.
En jardines más pequeños los ejemplares pueden
ubicarse aisladamente sobre el césped, como un punto focal.
El jardín
se viste de fiesta.
Entre los árboles de cortezas coloridas, el tronco
blanco de los abedules es el más
llamativo. Su corteza blanquecina presenta un color más puro cuanto más joven
es el ejemplar. También está el abedul negro cuya corteza marrón rojiza se desprende
del tronco, logrando un efecto por demás de vistoso.
Podemos mencionar como especies de cortezas más
llamativas las siguientes:
Los arbustos del género Cornus, el Cornus alba con
su ramaje rojo sangre, el cornus stolonifera, con ramas amarillas.
Los sauces también son decorativos en el
invierno.
El ramaje del sálix magnifica, de porte arbustivo,
posee un color rojizo. El mimbre amarillo, resplandece con sus ramas arqueadas
de color dorado, y el más curioso es el sauce eléctrico, con sus ramas
completamente retorcidas y corteza de un intenso color amarillo.
El alcornoque o árbol del corcho muestra una corteza
suberificada y espesa.
El Guayabo , tiene un tronco canela parecido a los
crespones y al arrayán. Los álamos plateados en su forma de copa y piramidal,
son caducos y muestran su corteza blanquecina. El plátano, árbol caduco de
corteza clara que se desprende en placas. El guindo, árbol caduco de corteza
marrón rojiza brillante. El fresno dorado: árbol caduco de ramas amarillas y
yemas negras que contrastan con el ramaje.
Arrayán; su corteza es caediza y de
color rojo canela con vetas blancas.
El liquidámbar: Árbol caduco, su tronco es muy característico, por las profundas
hendiduras corchosas de la corteza.
El eucaliptus: encontramos cortezas rugosas , otros con lisas
y manchas rojizas, como también el eucalipto deglupta, conocido como el
eucalipto del arco iris, ya que cuando su corteza se va desprendiendo el interior de su corteza es de un verde
brillante, que luego se oscurece y madura para dar lugar a tonos azules,
púrpuras y naranjas.
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