Cuando el intenso verde del verano comienza a
apagarse, los follajes de muchos árboles, arbustos y enredaderas se convierten
en verdaderas fábricas de colores: amarillos, dorados, rojos, púrpuras,
anaranjados, marrones. Toda la paleta otoñal se despliega antes de los rigores
del invierno. Los robles, acer, liquidámbar, y fresnos se han convertido en una
atracción especial por la multiplicidad y riqueza de los matices que adquieren
sus hojas.
Por qué cambia de color el
follaje de otoño?
Los cambios químicos que producen la variación en
las hojas desde el verde pálido en primavera hasta el verde intenso en verano
para luego transformarse en amarillo o colorado en el otoño, involucran una
serie compleja de reacciones bioquímicas.
Durante el verano el verde de las hojas está dado
por la clorofila, que es un pigmento verde. Las hojas, además de clorofila,
poseen otros pigmentos amarillos, rojos, naranjas, azulados y púrpuras que
están enmarcados por la clorofila dominante en la época estival.
Con los días más cortos y frescos, que señalan la
proximidad del invierno, las plantas dejan de producir clorofila y la que quedó
en las hojas se descompone y desaparece. Esto hace que se vuelvan visibles los
pigmentos responsables de las nuevas coloraciones.
En los robles por ejemplo, que tienen gran cantidad
de tanino, su follaje vira al rojo amarronado cuando la clorofila se
descompone. Los fresnos dejan ver sus pigmentos amarillos y los liquidambar
seducen con sus tonos rojizos y anaranjados. Luego, cuando estos pigmentos a su
vez se descomponen al llegar el invierno, dan lugar al marrón característico de
las hojas secas.
Cada especie tiene su color predominante. Por un
lado, están los abedules, álamos y tulipaneros que son típicamente amarillos. Los nogales
un amarillo dorado, pero en ninguno de ellos vamos a encontrar hojas coloradas.
Los arces pueden ser verdes, amarillos, rojos o
marrones, o cualquier combinación de estos colores.
Morados: Las hojas de diferentes especies adquieren cada
una su coloración especial a medida que se acortan los días y las temperaturas
van bajando. El característico follaje del acer palmatum ilumina los jardines y
contrasta con los distintos colores del cielo. El roble escarlata brinda en los
jardines un color único e incomparable. Sus hojas color escarlata se mantienen
casi hasta la llegada del invierno. Ya caídas, las hojas forman un colchón
multicolor en el suelo.
Árboles de allá y de acá…
Aun con diferencias en su desarrollo y porte, son
muchos los árboles con espectaculares coloraciones otoñales que crecen en
nuestras tierras y climas.
Podemos encontrar...
Gingko biloba por su color amarillo intenso y su forma de abanico
se destacan y los fresnos, que con su color amarillo nos avisan que el otoño ha
comenzado.
Olmo americano: Las hojas amarillo dorados, aovadas y aserradas.
Son árboles de gran porte, de interés ornamental.
Liquidambar: El colorido de sus hojas estrelladas durante el
otoño varía desde el marrón oscuro hasta el rojo intenso, naranja y amarillo
claro. Alcanza una altura de 30m. Es de gran valor ornamental en parques y
jardines. Tienen gran valor ornamental en parques y jardines.
Tulipanero: Son árboles altos, con copas simétricas, amarillas
doradas en otoño. Sus flores poseen un néctar muy atractivo para las abejas.
Fresno americano: cuyas hojas adquieren un color amarillo dorado, es
un árbol de segunda magnitud.
Roble de los pantanos: se caracteriza por el color rojo amarronado.
Acer palmatum: de vibrante rojo púrpura.
Álamos: adquieren colores grises y amarillos.
Los rhus y el cipres calvo, adquieren un intenso color tabaco después de pasar
por distintas tonalidades del rojo anaranjado. También la trepadora
Amphelopsis, proporciona llamativos colores
de otoño. El rojo de los berberis es
un componente arbustivo en nuestros jardines.
Con una buena selección de
árboles, arbustos y enredaderas para nuestros parques y jardines podemos conseguir
efectos realmente deslumbrantes en otoño.
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