martes, 9 de julio de 2013

Hora de tutorar...


A tutorar…como protección de los fuertes vientos, para guiar sus troncos y ramas, para evitar que se deformen…

Los tutores se utilizan para mantener firmes las plantas, lograr que los troncos crezcan derechos y evitar que el viento los mueva y entre aire en las raíces, lo cual puede causar la desecación de los vegetales. Son parte del mantenimiento del jardín y saber como elegirlos y colocarlos según si se trata de árboles, arbustos o herbáceas nos ayudará a guiar la planta, evitar problemas futuros o, incluso tener que reemplazar.
No solo se deben tutorar los árboles, sino también se usa en arbustos y herbáceas.
 
 
Los árboles. Los tutores en los árboles no le permiten tener movilidad,  es un buen sistema para aquellos ejemplares con ramas muy pesadas y para zonas muy ventosas. Deben colocarse del lado de donde sopla el viento dominante y lo que va bajo tierra debe estar enterrado, al menos, 50 centímetros para anclarse bien. Se puede optar por pintar esta zona con brea, para que dure más tiempo sin pudrirse. Se utilizan tutores de madera de álamo, sauce o fresno. La altura debe ser igual a la del tronco, hasta el comienzo de la copa. Las ataduras de las plantas al tutor pueden hacerse de diversas formas, pero siempre evitando que se dañe la corteza del árbol. Las más utilizadas son tiras de caucho, o mangueras cristal con alambres por dentro. La atadura se hará en forma de ocho, dejando un extremo más largo para ir aflojando la tensión a medida que el tronco crezca en ancho, Se harán dos ataduras, una cerca del suelo y la segunda a la altura de la horqueta  o cruz, que es el punto donde comienza la copa. El extremo que va enterrado debe ser cortado a bisel, para que penetre bien en el suelo.
Se recomienda no usar trozos de ramas gruesas como tutores porque pueden brotar y dar retoños, en caso de ser utilizadas, hay que descortezar la rama previamente y así no brotará.
Si los ejemplares son muy pesados o muy altos, como suele suceder con algunos árboles de hojas caducas, palmeras o coníferas, y su pan es de gran tamaño, se harán ataduras a los tres vientos. O sea, se sujeta el árbol con tres cuerdas o alambres galvanizados, sostenidas cada una de ellas al tronco por uno de sus extremos, previamente pasadas la manguera a modo de protección., y el otro extremo se sujetara a estacas clavadas en el suelo. Tanto los tensores como las estacas deben señalizarse de forma visible para evitar tropiezos y accidentes.
Los arbustos. En estas plantas se pueden presentar dos situaciones:
 
 
 
Que los arbustos estén plantados en forma aislada. En tal caso se utiliza un solo tutor y puede ser alguna caña robusta, o algún tutor de madera no tan grueso.
Que los arbustos estén a modo de cerco o setos. Al plantar arbustos alineados en un cerco perimetral se colocarán, de tramo en tramo, tutores a ambos lados y alineados con el seto. Luego, se tenderán líneas de alambres, a 0,40; 0,80 y 1.20 cm sobre el nivel del suelo, tensándolas de tal manera que mantengan las plantas en posición erguida. Se mantendrá así durante dos años, hasta lograr que los arbustos desarrollen raíces fuertes y profundas.
Las herbáceas. Una forma casera y divertida  es construir nuestros propios tutores. Si le dedicamos un poco de tiempo a nuestra imaginación, los resultados pueden ser muy interesantes y además de cumplir su función de sostén, dará una nota decorativa en los canteros y en la huerta. Lo primero que debemos tener en cuenta es qué va a sostener ese tutor. Anuales de floración primaveral, enredaderas, o plantas en la huerta. Podemos fabricar tutores con varillas de mimbre, con hierros de construcción, o cañas finitas. También podemos usar anillos cerrados o semi cerrados de alambre que se entierran para mantener erguidas las herbáceas.


 
Las plantas que necesitan un tutor para enredarse o sostenerse: arvejas, chauchas, tomates, pimientos, berenjenas, arvejillas, achileas, espuelas de caballeros, dalias, fresias.

La camelia...la flor más bella del jardín.


Las camelias…en el lenguaje de las flores, significa “te querré siempre”

 Las camelias cautivan a hombres y mujeres alrededor del mundo. Son hermosas, delicadas y un arbusto infaltable en cualquier jardín. Pero para conocerlas más es importante saber de dónde vienen. Es por ello que hoy hablaremos un poco de su historia.

A finales del siglo XVII, los navegantes europeos la descubrieron en el sudeste asiático. La camelia, una planta de flores tan delicadas fue confinada por mucho tiempo a los invernaderos como algo demasiado frágil para formar parte de la vida cotidiana.

Mil años antes de Cristo la Camellia sinensis era ya venerada en todo el sudeste asiático, su hábitat de origen, pues con sus hojas se elaboraba una bebida muy apreciada: el té. Asimismo, las semillas de algunas especies como la C. oleifera contienen un aceite de gran calidad usado en China y Japón para la elaboración de productos cosmésticos  y medicinales.

Como ocurrió con otras plantas, su expansión se debió a los monjes budistas que la llevaron consigo en sus viajes. El nombre se lo ponen en 1639, en honor a Joseph Camellus, farmacéutico jesuita que recolectó plantas en Filipinas.

Las camelias son plantas considerablemente rústicas y de lento crecimiento. En su mayoría se presentan como arbustos,  un frondoso follaje siempre verde, que llegan a los dos o tres metros de altura, pero algunas variedades pueden alcanzar gran tamaño, más de cinco metros, en condiciones favorables. En términos generales, presentan un frondoso follaje siempre verde y masas de flores frecuentes entre invierno y primavera.

Célebre por su belleza, las flores de la camelia, se clasifican en simples, dobles, semi-dobles, doble-irregular, con formas de anémonas, peonias y de rosas. Los colores van del rojo al blanco, ocupando toda esta paleta en un sinfín de tonos, lisas y matizadas.

Sus necesidades. Las camelias se desarrollan bien en climas templados, con inviernos y primaveras suaves y húmedas y veranos calurosos y secos. Sus hojas gruesas como el cuero las hacen resistentes al calor, pero sensibles a las heladas y al sol pleno. Es por eso que se recomienda ubicar la planta en un lugar que reciba el sol menos fuerte de la mañana y que este protegida del sol de la tarde.

Para su buen desarrollo es necesario un suelo ácido, bien drenado, con un PH de 5.5. La tierra debe estar húmeda, pero no encharcada. Se puede colocar en la zona radicular de la planta un mulch de corteza de pino. En épocas de sequias prolongadas, conviene regar también sobre el follaje.

La camelia japónica no necesita una poda anual, aunque responde muy bien a ella, y es necesaria cuando se quiere hacer la planta más compacta y arbustiva, o para dar una determinada forma. En este caso debe realizarse durante eI periodo vegetativo, en la época de floración, y antes de que empiecen afirmarse los nuevos brotes. Además es conveniente cortar los chupones que no producen flor y suelen aparecer en el interior de plantas antiguas; de esta manera se reservan las energías para los brotes productivos de la planta

Raleo de capullos. La mayoría de los cultivares de camelia japónica producen más de un capullo por yema floral, y en algunos casos más capullos de los que pueden abrir adecuadamente, y puede ser necesario un raleo, sobre todo cuando lo que interesa son flores de mayor tamaño y calidad, y no mucha cantidad de flores. En algunas variedades el raleo se produce de forma natural, y los capullos se caen solos antes de la floración. Si es necesario realizarlo manualmente, debemos dejar uno o dos capullos al final de cada rama, y un capullo floral cada 10 cm. aproximadamente a lo largo del tallo.

Entre las variedades podemos citar: La camelia japónica, es la variedad más cultivada, sus flores pueden medir 12 cm de diámetro. La camelia sasanqua, usada para macetas. Camelia humalis, que suele florecer desde mayo a octubre. La más grande es la camelia reticulata, cuyas flores llegan a los 15 cm de diámetro. Pero la más famosa, sin duda, es la camelia sinensis, cuya altura es de unos 4m de altura, con flores más pequeñas pero privilegiadamente perfumadas. La multiplicación es por, acodo, injerto o semillas.
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 

Fuego de otoño...


Frutos que llenan de color el jardín...
Mucha es la gente que todavía desconoce el valor decorativo de las plantas con sus frutos. Hábilmente ubicadas, las plantas con frutos serán capaces de otorgar color a lugares donde otras plantas ya terminan de florecer o no florecen todavía.

Prácticamente en todas las épocas del año habrá alguna planta que dé frutos. La mayoría da frutos en otoño o invierno, precisamente en el momento en que escasean las flores.

Con los primeros fríos, los arbustos de los géneros Pyracantha, Cotoneaster y Crataegus se convierten en un foco en el paisaje por sus frutos de colores fuertes y cálidos. Sus especies son sumamente rústicas.  Estos tres géneros pertenecen a la familia de las rosáceas. Muchas veces son confundidos entre sí. Sus características y principales funciones en el paisaje son distintas. El género Pyracantha engloba arbustos especialmente aptos para cercos defensivos en grandes extensiones. Los Crataegus son arbustos de hasta 9m de altura. Los cotoneaster se destacan como arbustos para todos los jardines, dadas las múltiples especies de distintos tamaños que confluyen en el género.

Pyracanthas y Crataegus tienen espinas potentes. La diferencia entre ellas es que el pyracantha no pierde sus hojas en invierno y sus frutos son más achatados. Los Crataegus,  en cambio, pierden sus hojas en otoño y tienen frutos redondeados. Los Cotoneaster no tienen espinas, son plantas mansas que pueden perder algunas hojas, todas o ninguna, según la especie.






Cotoneaster: Son plantas muy populares en el país por su versatilidad y por su bonita forma y follaje, que casi siempre perdura todo el año. Además tienen sus momentos especiales cuando florecen, en primavera, y cuando fructifican, en otoño. Necesitan sol y toleran la media sombra, se comportan bien en la mayoría delos suelos siempre que tengan buen drenaje. Son resistentes a la polución y no necesitan podas, aunque las soportan. Conviene conocer la altura de la especie que se va a plantar ya que varían desde el metro y hasta los seis metros de altura. Una vez que están bien instalados, casi no necesitan cuidados. Entre ellos podemos encontrar el Cotoneaster microphylla, con in porte bajo de uno por dos de ancho, con flores blancas y frutos rojo-rosado. El Cotoneaster horizontalis que antes de caer sus hojas se ponen de color rojizas y su porte es bajo. El Cotoneaster franchetti, que tiene sus hojas verde grisáceas, y su altura es de dos metros, sensibles a las heladas. El Cotoneaster glaucuphyllus cuyas hojas son verde oscuras con el envés blanquecino.

Crataegus: Son arbustos de hojas caducas, aserradas o lobuladas. Se cubren de bonitas flores blancas e primavera, que luego dan origen a los frutos otoñales. En general son muy resistentes al frío y  toleran los suelos alcalinos. Viven bien en suelos con humedad adecuada y pueden soportar períodos de sequías. Toleran la polución ambiental de las ciudades y  crecen bien en el sol. Podemos encontrarlos en antiguos jardines, son muy longevos, en la actualidad no son muy cultivados.

Pyracantha: También conocido como espino de fuego, son arbustos muy difundidos como plantas de grandes espacios. Tienen ramas arqueadas que se llenan de frutos rojos, anaranjados o amarillos, de otoño a invierno. En primavera producen pequeñas y delicadas flores blancas reunidas en inflorescencias. Tienen espinas y las hojas enteras, más largas que anchas. La más conocida en la Argentina es la Pyracantha coccinea, especie muy rústica, pero fructifica mejor en tierras fértiles, con buen drenaje y al sol. Es resistente al frío. Su crecimiento es rápido, legando a los tres metros de altura. Son muy útiles como cercos informales defensivos gracias a sus espinas y  a la buena resistencia a la poda.

 

 
 


El color naranja....se adueña del otoño.



El  NARANJA es amarillo y rojo, luz y calor. Es un color visible en el mar, en la niebla y en la semi oscuridad . Según cómo y cuándo se usa nos pueden tildar de extravagantes. Para el budismo el NARANJA es perfección e iluminación.

Rojo, naranja y amarillo crean un clima alegre al ser colores vivos, cálidos y que captan la atención.

En general, a las plantas perennes se las elige por el color de sus flores. El ojo humano ve los colores primero. El color influye en el estado de ánimo o evoca sentimientos. El dorado, el rojizo y el naranja nos recuerdan el otoño. El color es emocional. Si el color se utiliza correctamente puede crear una ilusión espacial. Algunos colores retroceden y hacen que un lugar se vea más grande, mientras que otros, como el naranja, avanzan y hacen que un lugar se vea más pequeño. Por lo tanto, es esencial entender la función y las implicancias del color en un jardín.

Los colores cálidos avanzan. Pueden acercar los límites de un gran jardín para crear así un espacio más íntimo. Tenga en cuenta la hora en la que disfruta de su jardín. Cuando la luz es escasa durante la mañana temprano o al atardecer, los colores cálidos brillan.

El naranja es vibrante. Es una combinación de rojo y amarillo por lo que comparte algunas características comunes con estos dos colores. Denota la energía, el calor y el sol, pero el color naranja tiene un poco menos de intensidad agresiva que el rojo, tranquilizado por la alegría de amarillo.

Como color cálido, el naranja es un estimulante. Estimula las emociones e incluso el apetito. El naranja se puede encontrar en la naturaleza en la caída de las hojas del otoño, el sol poniente, la piel y la pulpa de los cítricos.

El naranja trae imágenes de hojas otoñales, calabazas, y frutos. Representa el cambio de las estaciones y en este sentido es un color en el borde entre el calor del verano y el frío del invierno.

El naranja es el color también de los cítricos, que puede evocar los pensamientos de la vitamina C y la buena salud.

Si quiere darse a conocer sin gritar, considere el color naranja que llama a gritos la atención. Los naranjas suaves como el durazno son aún más amables, más suaves.

Utilice tonos de naranja para el tema de caída estacional del verano y la entrada del otoño. El naranja es mentalmente estimulante, así como sociable, utilícelo para hacer pensar a la gente.

El naranja es un color que estimula la creatividad. Además puede producir cierto deseo protector, tanto hacia uno mismo como también hacia otros seres. Si nos exponemos excesivamente a este color se puede producir mucho nerviosismo y agitación.

La planta elegida…Bignonia Venusta.

 Es una especie trepadora, originaria del Brasil y noreste Argentino. Se sujeta por sus tallos volubles y zarcillos foliares. Tiene hojas compuestas y generalmente terminadas en un zarcillo trífido. Su follaje es persistente si no hay heladas prolongadas. Sus flores tubulosas, reunidas en vistosos ramilletes que cuelgan como una cortina, son de color naranja. Florece en otoño hasta mediados de invierno. Tolera el viento y heladas suaves. Es muy vigorosa y necesita un buen soporte, pues las ramas nuevas van cubriendo las anteriores y, con el tiempo, se convierte en una mata gruesa y densa. Se multiplica por esquejes semileñosos en verano y por semillas.

Su altura es de seis a ocho metros. Crece al sol directo o con medio día de sol, en suelos bien drenados. Cubre rápidamente cercos, pérgolas y paredes.  Es realmente importante que cuando acabe su periodo de floración se lleve a cabo una estricta poda eliminando gran parte de la masa que conforma la planta, de esta forma se logrará estimular un desarrollo fecundo de su ramificación y cuantía de flores en la siguiente temporada.

La Bignonia de invierno puede resultar invasora cuando se la deja a su libre crecimiento, es tal lo que puede llegar a extenderse, que en ocasiones sofoca el crecimiento de pequeños árboles cercanos mediante su ocupación, asfixiando su crecimiento. El fruto es una cápsula cilíndrica y estrecha de color marrón, que contiene muchas semillas aladas que se pueden utilizar para la propagación.

Nuestra mirada hoy tanto en las calles como en los jardines, se colma del naranja tan llamativo de esta planta.

Aloes, frutales, flor del pájaro, clivias, prímulas y pensamiento también aportan naranja al crudo frío.