Las gramíneas despliegan su variedad y abundancia en los paisajes de nuestro país. Esta riqueza nos estimula y compromete para su conocimiento y utilización en nuestro paisajismo regional.
Su éxito se debe a sus características de adaptación, rusticidad y bajo mantenimiento. Sus valores ornamentales aportan movimiento, transparencia, iluminación y sonido. En especial sus cambios estacionales que son los grandes protagonistas. Ellas dan la sensación de libertad, vitalidad y frescura, propio de los paisajes naturales.
Hoy estos "pastos" están incorporados definitivamente en el diseño del paisaje. Se las llama, "los cabellos de la madre tierra". Crecen en praderas, estepas, selvas, montes, pantanos, dunas, montañas, lagunas y en regiones frías. Se dice que existe una gramínea para cada situación y por lo tanto para cada jardín. Acompañan las tendencias en paisajismo y responden a inquietudes de orden ecológico,permitiendo la satisfacción de las necesidades presentes sin comprometer el futuro de las nuevas generaciones.